martes, 23 de junio de 2009

Central placeres

Una micro de puerto.

Llueve en las ciudades. Aquí en Valparaíso el agua va río abajo, como un tobogán dejándose llevar, camino al mar como un imán…el agua siempre termina por abrirse paso.
Voy sentado en la micro mirando por la ventana y escuchando música (se nota?). Veo venir otro pensamiento como si en cada cuadra recogiera uno. Así como pasajeros, como subidas y bajadas, como timbres, luces, paradas, letreros, cables, veredas, vitrinas, cielos, mar… mucho mar…muchos muchos. También nada. Nada de nada. De no acordarse de lo brevemente anterior, y no darse cuenta que al final me quedo solo, que soy el único pasajero, y que el chofer me pregunta hasta dónde voy. Le veo por espejo –Hasta la Plaza- le digo. En lo que queda de camino me pregunto ¿cuántas cosas habré pensado en este viaje matinal? Y me vuelvo a dar cuenta que es imposible llevar la cuenta. Sería como seguir el agua, como tocar el viento, pesar el aire… cosas no acostumbradas.
Me gusta viajar en micro por la mañana. No me queda otra, peor sería si lo odiara. A veces lo disfruto como una verdadera película, como si todo estuviera sincrónicamente alineado y a cada instante le correspondiera una línea en el texto del guión. Es imposible la separación. No se puede dejar lo uno sin lo otro. Todas las micros deberían llevar escrita la máxima “En este camino todos somos pasajeros, menos el conductor”. Por ahí nos daríamos cuenta que andamos sólo de paso, y que el radio puede funcionar con volumen moderado y siempre que ningún pasajero se oponga….
Las cosas a veces se vienen todas de una vez. Te vas parado balanceando el movimiento o te quedas solo en una micro de lunes de lluvia por la mañana, con unas ganas incontrolables de tomar el volante, llamar a todos tus amigos e irlos a buscar sin importar donde estén.
En alguna vida me gustaría ser micro, de esas que llevan pasajeros de azar, pasajeros realmente vivos o con ganas de hacerlo, de los otros no, mejor que caminen para juntar un poco de energía y ver que pueden hacer con ella. Un poco más y ya. Nada de nada. ¿Cuántos irán ahora?...
Me levanto y camino a la bajada. La nave se detiene y yo aterrizo en la parada base. Buen día Capitán!.

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