martes, 23 de junio de 2009

CENTRAL PLACERES

Por corresponsal serpentina
Una micro de puerto

La cantidad de cosas que puedes comprar, mirar, o probar en una micro sorprende. Libros para colorear, la historia de Chile, el combate naval, el cuerpo humano, recetas de cocina, inciensos, linternas, lápices, blanqueadores de dientes, puzzles, agujas, alfileres, hilos, relojes, peinetas, cepillos, parches, medias, y todo lo que la cartera de la dama y el bolsillo del caballero pueda llevar a precio especial por oferta de lanzamiento, en cómodas cuotas únicas y al mismísimo instante. Un arsenal completo de cosas que podríamos necesitar según el mejor estudio de mercado callejero que pueda encontrar, atendido por su propio dueño, sin concursos ni sorteos.

Historia paralela corre la alimentación. En el génesis, el maestros de maestros, el inigualable super 8. El rey del verano: su majestad el Helado, de piña, frambuesa, manzana, mora crema, de leche, chocolo, chirimoya alegre, y con algo de fortuna… maracuyá. Le siguen las gomitas de menta y eucaliptos, mani salado, confitado, toffee, calugón Pelayo, sustancias, bebidas mini, y un menú completo que pocos países del mundo pueden ofrecer, aunque entre los mejores sin duda está, la carne a la cacerola (con olla y todo) de la ruta Puno-Copacabana, en plena cordillera de Los Andes. Una auténtica presa con carne, costilla y grasa, acompañada con una papa puesta sobre una hoja de papel kraft y a la mano del consumidor. Una aventura indescriptible de sabor a 3.000 metros de altura.
Voy sentado en la ventana. Ahora llegamos a la Plaza. Es temprano y los bancos se llenan de deudores y algunos escasos cobradores. Mucha plata de allá para acá, y de acá para allá. Y más bien, casi siempre, sólo para allá. Mientras menos se ve, más se mueve. En cambio la moneda siempre deja. De 10, 50, 100 o 500, Con pase escolar, tarjeta, o por menos. Lo que sea, pero la moneda deja…. Aquí en el puerto todavía deja. En la “Capital TranSan”, se murió la flor. La mató un bip!. Y se perdieron esas y muchas cosas más.

No importa quién paga, ¿Qué mejor que llevar por monedas?, hacer palomas, pasar por escolar, o cortar la cola?. Conducir, viajar, volar, y mientras avanzas, recibir dinero, adelantar autos, acelerar, detenerse, cobrar, dar vuelto, algún boleto, conocer gente nueva, escuchar radio pudahuel, correr, y en cada cuadra, una moneda esperándote. Ahí está, todo el día llamando. No es habitual que un chofer de naves después se dedique a hacer otras cosas, aunque se vayan, siempre vuelven…. suena conocido. Si señor!, tal cual como en el amor. El volante tira, y pucha que tira.

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